El Decreto de aprobación de las Constituciones, emitido por la Santa Sede, pone en evidencia el espíritu que tiene que animar a cada religiosa de la Congregación : ‘sabiendo que Dios no ha horrado a su mismo Hijo, pero lo ha sacrificado por todo nosotros ,las ‘Víctimas de los Sagrados Corazones’, según la expresión de su Fundador,’se dedican a la expiación y al apostolado en los límites que les convienen, ofreciéndose, como ‘Víctimas’, a Dios por la Iglesia y por el bien de las almas.’
Monseñor Petagna tiene empezado a superar definitivamente tan dicha ‘pedagogía del sacrificio’ para hacer espacio a la persona libre que: ‘ prevenida por dulzura sobrehumana de la divina gracia, favorecida por los atractivos de irresistible vocación celeste, llamadas a la más íntima y amorosa secuela de Jesús Crucifijo, lo seguirá por todas partes y siempre fielmente pel Calvario, sobre la cruz, a la muerte’.
La Congregación, tal como el fundador ha querido del principio, es asociada con el orden franciscano y sigue la regla de los Hermanos y las Hermanas del Tercer Orden Regular de San Francisco de Asís.